Ha llegado a convertirse en la versión de Windows que más ha gustado en la historia, pero Microsoft está comenzando a adoptar una estrategia cada vez más agresiva para conseguir que los usuarios actualicen su ordenador. Puede que hasta ahora te hayas librado, pero tarde o temprano no te quedará más remedio que actualizar a Windows 10.
La propia Microsoft se ha puesto el listón muy alto, ya que sus expectativas pasan porconseguir hacer instalar Windows 10 en -por lo menos- mil millones de dispositivos para el año 2018. Las cifras, de momento, no parecen satisfacer a la compañía estadounidense, y los más de 200 millones de instalaciones de la nueva versión de Windows que acumulaba hasta el final del año pasado parecen saber a poco entre las altas esferas de la empresa.
Para tratar de acelerar la adopción de esta nueva versión, Microsoft ha decidido empezar a llevar a cabo una estrategia mucho más agresiva. Por un lado, tenemos que algunos de los nuevos procesadores de PC solamente funcionarán con Windows 10, y los usuarios que ignoren esta actualización se quedarán a merced de los posibles problemas de sus versiones actuales, ya que no recibirán más que las actualizaciones imprescindibles de seguridad.
De hecho, los ordenadores con procesadores de Intel, AMD o Qualcomm que se vayan lanzando próximamente al mercado, por su parte, recomendarán el uso de la versión más reciente de Windows.
Pero ese no es el mayor problema para los usuarios. Lo realmente alarmante, al menos desde el punto de vista desde la libertad de usuario, reside en que Microsoft está bombardeando a los propietarios de los ordenadores para que se decidan a actualizar a Windows 10.
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